Se la Mamá que no tiene todas las respuestas

Cuando nos convertimos en madres, de inmediato se nos despierta esa necesidad imperativa de ofrecer a nuestros hijos las mejores oportunidades posibles.  Desde que nos sabemos embarazadas leemos e investigamos sobre las mejores prácticas y productos disponibles para recibir y consentir a nuestro retoño. Los estimulamos desde muy temprano con juguetes, nanas, cuentos y grupos de juegos. Los inscribimos en gimnasios infantiles para que desarrollen su motricidad y a medida que van creciendo, tratamos de exponerlos a experiencias que resulten en su crecimiento y les den ventajas en este mundo tan competitivo.

Una de las cosas que jamás debemos dejar de lado es el plantar la semilla de la buena nutrición, porque aprendemos a cuidar nuestra salud desde adentro, desde pequeños, para que nuestros hijos sean verdecitos y sepan tomar decisiones inteligentes cuando de comida se trata.

Cuando mis dos hijas estaban aproximándose a la alimentación complementaria una de las cosas que más me fue de utilidad fue desaprender, deshacerme de los paradigmas y actuar a sabiendas de que no me la sabía todas… y debo confesar que es una estrategia que todavía me funciona cuando se trata de que mi pre adolescente y mi niña grande coman saludablemente.

¿A qué me refiero con esto?

A que aunque queramos, no tenemos todas las respuestas, porque nadie las tiene!

Todos los niños son diferentes y eso es una verdad maravillosa que nos ayuda a entender por qué como madres tenemos que estar abiertas a aprender y desaprender paradigmas… a escuchar más nuestra intuición, a saber cuándo tomar el control y cuándo dejar a nuestros hijos liderar, a entender cuando las tradiciones y sabiduría ancestral es útil y cuándo es necesario estar al día con los avances y tendencias del momento. Es ensayo y error y para salir airosas solo tenemos que ser adaptables, flexibles.

- Si quieres que tus hijos coman de todo, ofréceles de todo, y si hay algo que no les guste la primera vez, ofrécelo de nuevo… si tu dices: “eso no le gusta a mi hijo”, partiendo de una experiencia anterior, estás creando en él la creencia de que no le gusta. En muchas oportunidades me ha pasado que algo que le encantaba a mis hijas, les deja de gustar por una larga temporada para luego convertirse de nuevo en un favorito. También me ha pasado que me he confundido pensando que a una de las dos no le gusta algo que a la otra si y al ofrecerlo en forma invertida, le gusta a quien yo pensaba que no, y ambas terminan integrándolo a su dieta.

-Tus comentarios y tus acciones con respecto a la comida, son más fuertes que cualquier regla o teoría. Si quieres que tus hijos prueben de todo, no rechaces oportunidades de comer cosas nuevas, se inventiva preparando opciones distintas con los mismos ingredientes de siempre y no repitas afirmaciones sobre platos o ingredientes que puedan ser usados en tu contra. Si siempre dices que algo te cae mal, es probable que tus hijos no quieran probarlo porque lo asocian con algo negativo.

-Mantente atenta a los consejos de tus amigas, no le temas a preguntarles cómo hacen o logran cosas que quieres, nunca dejamos de aprender… y tú también puedes compartir tus trucos y prácticas exitosas, al final estamos juntas en esto y mientras más niños coman sano alrededor de nuestros hijos, más probabilidades de éxito tendremos con ellos.

-Aprende de los expertos pero siempre está abierta a la idea de modificar sobre la marcha, lo personalizado siempre funciona mejor.

-Disfruta en la cocina, escribe nuevas historias, crea tradiciones para ti y tu familia. Date permiso de experimentar, porque si bien es cierto que ciertas recetas te transportan a momentos especiales, también es verdad que tener un plato propio, aunque detrás de él haya habido muchos fracasos y nuevos intentos, es maravilloso!

-Agradece en familia por tu comida, no des por sentado ese plato lleno que tienes en frente, permítete compartir con quienes tienen menos, porque el amor se expresa a través de la cocina y tus hijos siempre están atentos a tu ejemplo.